un héroe en tiempos de guerra
Por: Alejandra Márquez Pallares.
En un rincón tranquilo de la clínica Los Nogales , el doctor Hugo Contreras, con la mirada perdida en el horizonte, se dispone a compartir sus experiencias en Siria. La sala, apenas iluminada, parece contener un universo de recuerdos.
Foto: Referencia WIX
¿Cómo fue su preparación antes de viajar a Siria?
“Fue un proceso arduo. Nos entrenaron en situaciones de emergencia, pero nada te prepara para la crudeza de la realidad. Llegar allí, ver el sufrimiento, es abrumador, llegué un 4 de abril a la ciudad capital, Damasco. Estaba muy nervioso; solo tenía 24 años, acababa de graduarme como médico general de la Universidad Nacional, pero solo tenía un propósito, ayudar a la gente afectada por la guerra. Apenas llegamos solo encontramos ruinas, una ciudad que parecía de película de acción, fue demasiado impactante para mí haber visto como en el mismo aeropuerto tenían que quemar cuerpos ya que no podían enterrarlos a todos”.
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¿Puede compartir algún momento que haya dejado una huella imborrable en su corazón?
“El caso de Nadim. Recuerdo claramente el día en que encontramos a Dim Dim, como solía decirle. Su pequeño cuerpo estaba atrapado entre los escombros de un edificio bombardeado. Fue un momento desgarrador presenciar la destrucción que la guerra había infligido en su vida y en la vida de tantos otros inocentes.
Rápidamente, nuestros equipos de rescate trabajaron incansablemente para liberar a Nadim de los escombros y llevarlo a nuestra clínica improvisada. Sus condiciones eran extremadamente críticas. Tenía heridas graves en su cuerpo y sus pulmones estaban severamente dañados debido a la inhalación de polvo y escombros.
A pesar de las dificultades y limitaciones en cuanto a recursos y equipos médicos, hicimos todo lo humanamente posible para salvarle la vida. Nuestro equipo médico trabajó sin descanso, administrando oxígeno y otros tratamientos para estabilizar su situación. Sin embargo, sus pulmones estaban tan gravemente afectados que se volvía cada vez más difícil para él respirar.
Durante los días que seguimos luchando por su vida, desarrollé un vínculo especial con él. A pesar de su sufrimiento, su valentía y su sonrisa inquebrantable me inspiraron profundamente. Él no hablaba español pero solo con mímica y oraciones cortas en árabe que había estudiado, nos comunicábamos por horas. Pasé tiempo a su lado, tratando de brindarle consuelo y apoyo en medio de tanto dolor, hasta me quedaba noches enteras con él ya que le tenía miedo a la oscuridad.
A medida que los días pasaban, su condición empeoraba. A pesar de todos nuestros esfuerzos, sus pulmones no respondieron al tratamiento como esperábamos. Fue un momento desgarrador tener que enfrentar la realidad de que no podríamos salvarlo.
Cuando Nadim finalmente falleció, sentí una mezcla de tristeza abrumadora y una profunda sensación de impotencia. Haber estado tan cerca de él durante su valiente lucha y no poder cambiar el curso de los eventos fue una carga emocional demasiado difícil de llevar”.
El caso de Nadim fue un recordatorio doloroso de la devastación que la guerra inflige en los más vulnerables, especialmente en los niños. Su historia ha motivado a Contreras a seguir trabajando en la promoción de la paz y la asistencia humanitaria en zonas de conflicto. Aunque no pudo salvar a Nadim, su memoria vive en él como un recordatorio de la importancia de brindar apoyo y cuidado a aquellos que sufren las consecuencias de la guerra. Su corta vida y su valentía han dejado una marca indeleble en su corazón, y su historia seguirá inspirándolo a trabajar por un mundo donde los niños puedan crecer en paz y seguridad.
"a pesar de su sufrimiento, su valentía, y su sonrisa inquebrantable me inspiraron profundamente"
¿Cómo enfrentó los desafíos de trabajar en una zona de guerra?
“La conexión con los pacientes es clave, pero también es lo que hace más difícil decir adiós. Las historias que llevamos a casa pesan, pero son parte de nuestro compromiso, hay una frase que recuerdo con frecuencia, me la dijo un médico cirujano durante el entrenamiento: “uno tiene que aprender a separar el corazón de la vocación”,para mí no tenía sentido pero tenía un poco de razón, no es fácil pero es necesario.
La medicina siempre fue mi refugio. Pero en Siria, se convirtió en mi ancla. Ayudar a estas personas se volvió más que un deber; se convirtió en una necesidad de sanar sus heridas, tanto físicas como emocionales. Es un equilibrio complicado, a veces sentía que la guerra me arrebata más de lo que puedo dar. Pero sé que cada vida que ayudamos, aunque sea brevemente, es un triunfo”.
Después de eso el doctor dijo que era muy difícil hablar de todo eso, veía como sus ojos valientes pero como una ventana de historias muy duras, se llenaban de lágrimas.
Contreras quiso transmitir un mensaje de esperanza y solidaridad aunque los desafíos son enormes, cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia, incluso en los momentos más oscuros. La atención médica es un derecho humano fundamental, y todos debemos trabajar juntos para garantizar que llegue a aquellos que más lo necesitan, sin importar las circunstancias. La paz y la justicia son los cimientos sobre los cuales se construye un mundo mejor. Todos podemos contribuir a esa construcción, ya sea a través de acciones pequeñas o grandes. Juntos, podemos marcar la diferencia y traer esperanza a aquellos que más lo necesitan.